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Posted on Wed, Apr. 24, 2002 story:PUB_DESC
JORGE LUIS ROMEU
En mi viejo San Juan

Hay en la calle de San Francisco, en la parte antigua de San Juan de Puerto Rico, una iglesia pequeña y sencilla, que lleva ese mismo nombre. Está junto a un parque dedicado al trovador jíbaro --el músico popular campesino. Y si sigues calle abajo, un par de cuadras más, llegas a la Plaza de Armas.

Siempre que voy a la isla bajo a su pequeña cripta. Porque allí, está enterrado mi abuelo. Luego, subo calle arriba hasta el castillo de San Cristóbal, que desafía el Atlántico desde su roca imponente. Y sigo el paseo junto al mar, pasando junto a La Perla y el viejo cementerio, hasta llegar al Morro, tan parecido al de La Habana.

Desde allí cruzo a La Casa Blanca, que dicen fue residencia de Ponce de León y bordeo la antigua muralla que todavía encierra la ciudad, hasta llegar al Paseo de la Princesa. Allí tomo el ferry de Catano, que cruza la bahía --igual que la lancha de Regla. Y pienso que mi padre, de niño, debió haber recorrido todas estas mismas calles, tan iguales a las de La Habana Vieja... o de La Habana moderna.

Porque tiene San Juan su reparto de El Condado, que es como el Vedado señorial; su Santurce, que era residencial, como Almendares, en Marianao, pero que luego se llenó de edificios de oficinas. Tiene su Hato Rey moderno, que es como el Nuevo Vedado, con altos edificios de apartamentos. Tiene sus repartos nuevos en Río Piedras, como Alta Habana y Aldabó. Y también tiene bellas ciudades interiores, que conservan su sabor antiguo, como Ponce --que me recuerda a Cienfuegos, con sus casonas viejas y amplias, junto al mar...

Mas, ¿quién se extraña? ''Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas'' --ya lo dijo en sus versos doña Lola Rodríguez de Tió. Y ``reciben flores y balas en un mismo corazón''.

Ambas tienen preciosas playas, como Luquillo o Santa María del Mar. Y altas montañas como El Yunque --más similar a los verdes Topes de Collantes, en el Escambray, que a la agreste Gran Piedra en la Sierra Maestra. En sus cañaverales y cafetales, sus jíbaros realizan las mismas faenas que nuestros guajiros; nos gustan las mismas yuca y malanga, aunque las llamamos de distinta forma; y las danzas de Cervantes y Morell Campos, o los boleros de Bobby Capó y Beny Moré, se tocan y bailan igual...

Ambas fueron descubiertas por Colón; ambas fueron gobernadas por España. Entre ambas existió un constante trasiego de gentes --como mi abuelo, que fue a Camagüey y se casó con cubana. Ambas fueron las dos últimas colonias españolas en América, que perdieron juntas cuando ''el desastre del 98''. Y ambas tienen la misma bandera --sólo que con los colores invertidos...

Pero Borinquen, como la llamaban los taínos, no logró su independencia. Era más pequeña y menos desarrollada. Y no había luchado treinta años en la manigua por obtenerla, como Cuba. Sin embargo, tuvo muchos hombres preclaros que en tiempos de España o después, bajo los norteamericanos, bregaron por alcanzar el progreso material y un status político adecuado a sus necesidades.

Este arduo proceso culminó bajo don Luis Muñoz Marín, hombre sencillo pero que también dirigía periódicos y escribía libros y poemas y que obtuvo dos importantes logros: la autonomía (Estado Libre Asociado) y el desarrollo económico de Borinquen.

Fue Muñoz, junto con Bosch en Santo Domingo, Betancourt en Venezuela y Figueres en Costa Rica, integrante de la Legión del Caribe --hombres que, en los años cuarenta y cincuenta, buscaron mejorar económica, política y socialmente sus respectivos países e introducir una democracia moderna que actuase como agente de cambio de las condiciones de vida de las clases populares.

Hoy Puerto Rico exhibe una gobierno estable, con elecciones periódicas, libertad de prensa y tres partidos políticos: uno liberal y autonomista, otro conservador y estadista y aun un tercero, pequeño, independentista, que puede funcionar libremente, como debe ser en una verdadera democracia.

Pero lo más extraordinario que tiene Puerto Rico es el haber mantenido su lengua, su religión y su cultura hispánicas, tras un siglo de amplia presencia anglosajona. Porque Borinquen es latinoamericana. Tal vez por esto, en los años sesenta, muchos cubanos exiliados escogieron asentarse allí, y allí florecieron.

Hoy, nos lo demuestra este último censo, son muchos los puertorriqueños que se asientan en Miami --proporcionándonos la oportunidad de reciprocar aquel bello gesto y de demostrar que seguimos siendo ``de un pájaro las dos alas''...

Director del Proyecto Lincoln-Juárez-Martí.

© El Nuevo Herald

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