February 12, 2001

El poeta cubano Heberto Padilla, que escribió el poemario ''Fuera del Juego'' a finales de la década de los sesenta y fuera recompensado por el gobierno de Castro con la carcel, falleció recientemente en relativa obscuridad, en la Universidad de Alabama donde enseñó literatura estos últimos años.

A pesar de habernos visto en solo un par de ocasiones, durante dos conferencias literarias de exiliados cubanos, en Columbia y Rutgers, siento una pena muy personal, pues en cierta forma estoy endeudado con él.

Padilla fué una acusación viviente contra uno de los aspectos mas nefastos del Castrismo: la opresión a los intelectuales. Me consta: él y yo compartimos experiencias similares. Es más, si no hubiese sido por el Caso Padilla, mi vida habría podido incluir un capítulo adicional bien triste.

Heberto Padilla nació en 1931 en Pinar del Río, provincia cubana conocida como ''la Cenicienta.'' Logró salvar muchos obstáculos existentes en aquella región y establecerse en La Habana donde, a finales de los cincuenta, comenzó a participar en círculos literarios. Al comienzo de la revolución cubana de 1959, Padilla se unió a los escritores jovenes que formaron la UNEAC, organismo oficial de los escritores cubanos, y publicó sus primeras obras.

En 1968, Padilla obtuvo el premio Julián del Casals, de la UNEAC, con su libro de poemas ''Fuera del Juego.'' Mas el premio fué ''retirado'' a petición del gobierno y Padilla cayó en desgracia. Sus escritos, críticos de la situación reinante en la Cuba de Castro, no podian ser tolerados.

Padilla, y su esposa la tambien escritora cubana Belkis Cuza Male, fueron arrestados y sometidos a extensos interrogatorios y detenciones. Finalmente, en 1971, Padilla fue obligado a retractarse publicamente en una reunión de escritores, que nos recuerda a las de Stalin en Rusia. Después, Padilla sobrevivió como traductor y otros oficios menores hasta que, en 1980, gracias al pedido de varios intelectuales y políticos internacionales, se le permitió salir al extranjero.

Ese año de 1968 en que comenzó el proceso de Padilla fué también de muchos acontecimientos políticos en todo el mundo. En EEUU, el país se dividió entre los que apoyaban y los que se oponían a la guerra de Viet Nam; fuertes choques entre policías y manifestantes marcaron la Convención Nacional Demócrata de Chicago. En México, los estudiantes fueron masacrados en Tlatelolco; en Francia los estudiantes se sublevaron en las calles; y en Praga, los cambios gubernamentales en favor de una apertura produjeron la invasión Soviética.

En Cuba no ocurrió menos: tuvimos la Ofensiva Revolucionaria, versión tropical de la Revolución Cultural de Mao. Y todo lo que quedaba de libre empresa: zapateros, relojeros, limpiabotas, pequeñas bodegas de barrio, todo fue tomado por el gobierno de Castro. Estos también fueron los años de las expulsiones en masa de estudiantes universitarios, del ''Puente de camarioca,'' precursor del éxodo del Mariel, y de los campos de trabajo forzado de la UMAP.

No es difícil comprender que, en este cargado ambiente político, la situación de Padilla fuese muy delicada. Su retractación pública y forzada resultó tan repulsiva que hasta muchos miembros de la comunidad intelectual internacional de izquierda, como Sartre, Paz, Vargas Llosa y Fellini publicaron una carta abierta de protesta contra estos hechos.

Esta carta abierta fué lo que propició que el gobierno de Castro decidiera dejarlo en libertad, aunque en ostracismo, y luego al fin, dejarlo salir al exilio en 1980.

Algunos años despues del Caso Padilla, en 1979, yo también fuí arrestado en La Habana por escribir y publicar, en el extranjero, un libro de cuentos cortos sobre los problemas sociales en Cuba. Al igual que a Padilla, se me sometió a extensos interrogatorios y se me amenazó con una sentencia de doce años de cárcel por mis actividades literarias.

Pues, resultaba que, como otros muchos estudiantes universitarios, fuí ''depurado'' de la Universidad de La Habana y luego mandado a los campamentos de trabajo forzado de la UMAP, en Camagüey.

Mas, a mi salida de estos campamentos, donde pasé dos años trabajando en los cortes de caña, escribí un libro de cuentos que narraba la vida en tales sitios, con lujo de detalles. Este libro, titulado ''Los Unos, Los Otros y el Seibo,'' fué publicado en EEUU en 1971 y fué considerado por el Dr. Seymour Menton en su estudio ''Prose Fiction of the Cuban Revolution,'' como una de las dos mejores obras de ficción escritas fuera de Cuba. Como había usado el pseudónimo ''Beltrán de Quiros,'' utilizado por mi padre en diarios y revistas cubanas, el Dr. Menton pensó que yo también me encontraba fuera de Cuba.

Al cabo del tiempo, el gobierno me identificó y fuí detenido y llevado a Villa Marista, el centro de la seguridad cubana. Todavía puedo ver, en mi mente, la pequeña celda, sin ventanas, con solo un pequeño sofá, una perenne luz encendida y el intenso frío del aire acondicionado particularmente fuerte por estar yo en calzoncillos. Un guardia me llevaba por interminables e intrincados pasillos al cubículo de interrogatorios donde, el oficial investigador, con un farol sobre mis ojos, preguntaba incesantemente como había podido sacar los cuentos -- y no podía creer que los habia mandado, uno a uno, por correos, al extranjero.

En uno de mis primeros interrogatorios, hice una discreta pero clara referencia al Caso Padilla y al hecho de que tenía todavía mas de treinta cuentos inéditos fuera del pais.

Pienso que al final, fué este razonamiento y el recuerdo de la mala publicidad que sufrió el gobierno cubano durante el Caso Padilla, lo que logra que me ''liberaran culpable,'' una especie de libertad bajo palabra, y me mandaran a casa.

Pero que me botaran del trabajo y no me dejaran salir del país a pesar de mis papeles y visados de EEUU, y que fuera necesario que mi hermana viniese en un camaronero, durante el Exodo del Mariel, para poder salir.

Mi segundo libro de cuentos, ''La Otra Cara de la Moneda,'' fué publicado con el mismo pseudonimo en 1984. Y desde entonces mantengo una columna en los periódicos.

Para mi está claro que, sin el Caso Padilla, me habrían metido en alguna prisión olvidada, por al menos doce años, como a tantos otros disidentes cubanos. Por eso pienso cuan dificil debe haber sido para Padilla el tener que denunciar a sus amigos y retractarse, publicamente, por algo de lo que debe haberse sentido sumamente orgulloso: de haber escrito su libro de poesias.

Para mi, Heberto Padilla fué uno de los primeros disidentes pacíficos de la isla; y claro, que también un buen poeta.

El Dr. Jorge Luis Romeu, Fulbright 1994 en Mexico, es Profesor Emerito de SUNY y dirije el Proyecto Juárez Lincoln Martí de Educación Internacional. Romeu puede ser contactado por su e-mail: jromeu@cat.syr.edu.